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La gente saliò
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de sus casas
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y aspirò el
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aire càlido y
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picante, y
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procurò resguardarse
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de èl. Y los
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niños salieron
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de sus casas,
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pero no corrieron
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ni gritaron
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como lo habrìan
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hecho despuès
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de una lluvia.
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Los hombres se
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erguìan junto
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a las cercas
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de sus campos
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y miraban el
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trigo destruìdo
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que se iba
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secando ràpidamente
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y del que
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apenas se vèìa
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algo verde
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a travès de
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la pelìcula
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de polvo.
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Los hombres
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permanecìan silenciosos
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y casi no
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se movìan.
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Y las mujeres
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salieron de sus
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casas para ir
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saber si
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hombres, para
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vencidos. Las
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se consideraban
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secretamente el
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mujeres estudiaron
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hombres, pues el
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rostro de los
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podìa perderse
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trigo bien
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quedara algo
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en tanto
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de esperanza |
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John Stenbeck,
Las uvas de la ira
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